La felicidad está dentro de uno, no al lado de nadie. (Marilyn Monroe).
No hay medicina que cure lo que cura la felicidad. (Gabriel García Márquez).
La vida es como un espejo. Si le sonrío me devuelve sonrisas. (Mahatma Gandhi)
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. (Paulo Coelho).
La vida es una obra de teatro
que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente
cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.
(Charles Chaplin).
Adoro a García Márquez. Cuando leí “El
Amor en los Tiempos del Cólera” entendí, de una manera real, como era el
amor.
Puedo deciros también que uno de mis iconos de belleza global es Marilyn Monroe, quizás por su
apariencia inocente y su extremada inteligencia.
Me encanta el señor Coelho, por cierto, por si no lo habéis
leído, os recomiendo uno de sus libros, “El Alquimista”. Este libro te lleva al viaje de un hombre que debe conseguir
su objetivo, en el cual cada paso cuenta.
Y qué os puedo decir de Gandhi que no se sepa ya… Supongo que
lo resumiría como “el logotipo de la paz y la armonía”.
Si debo quedarme con
alguno de los autores de estas cuatro frases, ese es Charles Chaplin. ¿Por qué? Porque una vez, aunque sólo fuera una,
hizo reír a muchísima gente durante la historia más oscura del mundo, la
segunda guerra mundial. Su película más célebre “El Dictador” os sacará
unas carcajadas aunque ya hayan pasado muchos años de su estreno.
Recientemente
leí que Chaplin confesó en una
entrevista que si hubiera sido consciente de lo que hacía Hitler con el pueblo
judío, no se hubiera mofado así de aquella situación.
Hoy me he propuesto hacer este artículo llamado “pensamiento positivo”. También lo podríamos llamar, “la positividad esta dentro de ti” o “el camino hacia la positividad”. Si os dais cuenta no he hecho mención en estos títulos a la felicidad, porque la felicidad es una costumbre. La felicidad depende de nosotros mismos, de nuestras acciones y de nuestros pensamientos.
Tengo un caso muy cercano y sin
dar nombres os quiero explicar esta historia. Así veremos cómo puede influir
nuestro pensamiento y nuestra energía en nuestra vida, por muy mal que vaya
todo.
Ante todo os recomiendo, por muy
tópico que parezca, que os leáis “El Secreto” de Rhonda Byrne. Hay que
pensar que nosotros somos energía, y todo lo que nosotros componemos es
energía. Hablo de la energía de nuestro espíritu y nuestra mente.
Como dice
Byrne en el libro, nosotros somos una
antena y lo captamos todo, lo bueno y lo malo. Somos un imán y debemos
seleccionar con mucha cautela que atraemos hacia nosotros y hacia nuestra vida.
El caso que os quiero poner de
ejemplo es de una persona que veo
algunas veces en mi barrio. Hace poco murió
su pareja sentimental con la que llevaba muchísimos años. Por circunstancias
de la vida, no tuvieron hijos. La salud de esta “persona que veo algunas veces en
mi barrio” es muy delicada por culpa de la artrosis y la depresión
severa que arrastra. No vive con nadie más que con su perrita. En resumen, esta persona está completamente sola.
Muy
frecuentemente la veo y siempre le hago la misma pregunta, a lo que obtengo la
misma respuesta. ¿Cómo estás hoy? –Muy mal.
Me puse durante un tiempo como
objetivo que algunos de esos días me respondiese un “ahí voy” o un “voy tirando”
o como objetivo supremo un “algo mejor”. El caso es que su respuesta siempre es
la misma.
Con una buena amiga que tengo justo en mi calle, nos propusimos
invitarla a tomar un café, a lo que su respuesta fue; no estoy bien. Al principio me daba mucha lástima y no sabía cómo
ayudarla, ahora para mí es un reto.
A esta persona todo le ha ido
mal, está sola, tiene dolor, no tiene a nadie… Pero, ¿está viva verdad? Si nos regocijamos en nuestras desgracias por grandes o pequeñas que
sean, ¿cómo vamos a avanzar?
La vida es una constante evolución, pero
también puede ser una involución, eso depende de nuestra actitud ante ella. Si cada mañana cuando nos despertamos, nos
recordamos lo infelices y desgraciados que somos, ¿cómo vamos a salir de esa
situación?
Veréis, por muy solos que estemos siempre nos queda algo, nosotros mismos.
Seguramente a lo largo de vuestra vida o incluso hoy mismo, habréis escuchado
eso de “hoy estás aquí y mañana quién
sabe…” Bien pues, es cierto. ¿Hace
diez años estabais en la misma situación que ahora? ¿Pensabais lo mismo que
ahora? Tomaros un tiempo para meditar sobre estas preguntas y veréis que
casi siempre la respuesta será no.
¿Qué ha cambiado desde hace diez años a ahora? ¿Ya no está esa persona
en nuestra vida? ¿Nuestra salud? ¿Nuestra economía ya no es la que era?
¿Sabéis que no ha cambiado en
nada? Que seguimos respirando. Y más para bien que para mal, debe ser así.
Mi “persona que veo algunas veces en mi barrio” jamás podrá cambiar su
situación, porque su mente está muy contaminada. La contaminación se debe a un cáncer poco conocido y que todos
tenemos, la negatividad. La negatividad es un lastre al cual cada segundo
pagamos un impuesto. Un impuesto en lágrimas, en salud… Debemos liberarnos realmente de este monstruo.
Podemos empezar por dejar el “luto” aparcado un segundo y decirnos a
nosotros mismos, hoy voy a sonreír. Hoy voy a ser amable. Hoy voy a respirar,
y cada vez que respire será un impuesto menos que deberé pagar. Si os
preguntáis si es fácil o difícil hacer esto, la respuesta la tenéis en vosotros
mismos.
Conozco muchas personas que se
victimizan y no se han parado ni un segundo en pensar que quizás la responsabilidad
global de su situación son ellos mismos. Es fácil echarle la culpa a aquel, a
la vida, a los demás. Pero, ¿y nosotros? No
hemos hecho nada nunca, al contrario, son siempre los demás, es siempre la vida,
el mundo exterior.
No sé mucho sobre nada, pero si
sé que la vida es tan cruel como
maravillosa, que cada vez que nos alimentamos de odio nuestro camino se
hace más cuesta arriba. Cada vez que pensamos en lo desgraciados que somos,
dejamos de sentir que estamos vivos.
Esta persona de la que os he
hablado solo puede tener una ayuda real, ella misma. Ella tiene la fuerza para parar de nadar contra corriente y dejarse
llevar. Y ayudarla no es limpiar su casa, ni decirle que tiene que salir y
animarse, ayudarla es hacerle ver que solo
ella tiene la llave para salir de su jaula. Jaula que ella ha construido y
nadie mejor conoce.
Nadie tiene una cura mágica,
pero si hay muchísima gente con buena
energía. Rodearos de personas que no
estén siempre contándoos sus problemas y lo mal que los trata el mundo.
Rodearos de gente que emocionalmente, valga la pena. Las personas agresivas,
autoritarias y demás es imposible que os aporten nada bueno, excepto lo mismo.
Están tan metidos en sus agujeros de negatividad que son incapaces de ser
buenos compañeros de camino. No quiere decir que sean malas personas, si
no que son un residuo altamente contaminante para nuestra vida.
Tanto parejas, ex parejas,
amigos, ex amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo… Cortar lazos con
esas personas “tóxicas”. Poneros un
muro de metacrilato en el que os pueden ver y los podéis ver, pero no os pueden
tocar ni vosotros a ellos.
Lo mismo ocurre con las situaciones. Intentemos mirarlas desde
fuera. ¿Realmente son tan graves? ¿Valen
nuestro tiempo? Si la respuesta es no,
¿arreglamos algo sufriendo y machacándonos emocionalmente por ellas?
Quizás esto no os ayude en nada,
pero creo que es una forma real de cambiar nuestro pensamiento negativo hacía
el pensamiento positivo.
Os propongo un ejercicio. En una
libreta o folio, anotar todos los problemas que tengáis (amor, salud, trabajo,
dinero, familia…) Y anotar que papel tenéis vosotros en esos problemas (el que
sufre, el que ríe, el verdugo, la víctima…) A continuación, anotar alguna
posible solución. Por ejemplo;
Problema: No tengo trabajo.
Mi posición es esta situación: Víctima.
Posible solución: Salir a buscar trabajo cada mañana y hacerlo por
barrios de mi ciudad como si fuera una excursión, preparándome rutas e incluso
haciendo fotos de todo lo que vea y me llame la atención.
En este ejemplo vemos que aunque no seamos responsables de nuestro
problema, si que podemos encontrar una solución. Y en vez de que la
solución sea un suplicio, podemos hacerla toda una rutina con la que nuestro
cuerpo y nuestra mente estén en sintonía y armonía.
Hacerlo con cada problema que
tengáis y analizarlo. Eso sí, sin
voluntad no conseguiréis nada. Dejar de castigaros a vosotros mismo y salir
al mundo exterior. Ya sabéis que podéis
sufrir, ya sabéis lo “desgraciados” que sois. ¿Por qué no intentáis ser otra
cosa o veros de otra forma?
1 comentario:
Simplemente tremendo el articulo No puedo decir que haya tenido una vida fácil, pero recuerdo que cuando las cosas iban mal dadas, lo único que me quedaba era yo mismo y mi actitud frente a los problemas.
Una actitud positiva ayuda a que la vida en general se vea desde otra perspectiva, y aunque pensemos que todo esta perdido o todo nos sale mal, sabemos que las cosas siempre pueden ir a mejor si nosotros mismos nos lo creemos.
Un saludo!
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