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jueves, 27 de noviembre de 2014

No condiciones tu vida




Hay una ley universal, lo que pasó queda en el pasado. Lo que es, es hoy. Lo que será, aún no es.

Me gusta poner un ejemplo en todo lo que escribo, de esta manera pienso que entendéis mejor lo que os quiero expresar. El pasado es como un golpe, a veces nos deja marca y a veces nos duele. Un golpe puede ser muy malo o superficial, pero ahí está. También podríamos decir que el pasado es como una cicatriz, aunque no queramos ahí está también. Nos recuerda aquel momento, aquella situación o aquello que fue.



Está bien, nos dimos un tremendo golpe aquel día, aquel mes o aquel año; ¿y ahora qué? Cuando condicionamos nuestra vida realmente estamos condicionando nuestro presente y de paso sentenciamos nuestro futuro. Todos nos hemos condicionado alguna vez, por nosotros mismos o por terceros. Estar condicionados por terceras personas o situaciones implica miedo, fobia. Esto equivaldría a los límites de los que os hablé anteriormente en este blog pero de un modo más profundo y más dañino para nuestra evolución. Aún así es más fácil liberarse de esos condicionantes que no de nosotros mismos. Para cada persona su arma más destructiva es ella misma. Nuestros pensamientos condicionan nuestras acciones. Nuestros miedos condicionan nuestros sueños. Nuestras fobias condicionan nuestra vida. Y así gira esta rueda a la que no le estamos quitando el palo para que ruede como es debido. 

foto Google

Hoy en vez de pediros que imaginéis una carretera, os voy a pedir que imaginéis una noria. Para que una noria se sostenga tiene que tener una buena estructura, ¿cierto? Imaginemos esa estructura de acero, imposible de partirse. Ahora imaginemos que vamos a subir en uno de los compartimentos de esa noria. Cada compartimento equivaldrá a una ilusión, a nuestro trabajo, a nuestra familia, nuestra actitud… Subamos en el compartimento de los sueños. Ahora imaginar que la noria no arranca, no nos movemos. Por mucho que soñemos esa noria no gira, no avanza. 

foto Google

Uno de los arcanos mayores del tarot es el arcano X, La Rueda de la Fortuna. Como veis es una rueda donde aparecen tres personajes, uno que sale de la tierra, otro que se encuentra arriba y otro que entra en la tierra. Estos personajes están representados por tres animales. En la simbología del tarot los animales representan nuestros instintos más primitivos, nuestros impulsos, nuestras amenazas y nuestras advertencias. La rueda representa la evolución de nuestra situación, de nuestra vida. Si os fijáis a vuestra derecha, en la carta hay una manivela. Esa manivela es la que condiciona la velocidad de esa rueda (noria). ¿Adivináis quien tiene el poder de acelerar o parar la rueda? Exacto, vosotros mismos.


La rueda o noria, depende de cómo nosotros la movamos, puede hacernos evolucionar o involucionar. Lo que si implica esta rueda o noria es la inestabilidad. Nosotros constantemente nos movemos. No paramos. Ya sea para bien (evolucionar) o para mal (involucionar). Esa manivela, que son nuestros actos y nuestra fuerza, es la que frena nuestros instintos más primarios, la que regula nuestra existencia.
  
El ejemplo que os he puesto de la noria es parecido al del arcano mayor X del tarot. ¿Somos el animal que está arriba dominando la situación? ¿Somos el que vuelve a caer a la tierra? ¿O somos la gacela que intenta subir a la superficie? Debemos hacernos estas preguntas por qué depende en qué posición estemos, sabremos dónde queremos estar realmente y podremos actuar para cambiar si fuese necesario.


Lo que nos condiciona no es esa rueda que es nuestra vida, sino que son precisamente esos instintos, que aunque a veces haya que seguirlos, lo principal es hacernos con esa manivela para poder estabilizar nuestra vida. Ya sabéis que el que está arriba, lo ve todo desde otra perspectiva y por lo tanto actúa en consecuencia.

fotografia design (Barcelona)

 

 
 
 
 

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