Hay una ley universal, lo que pasó queda en el pasado. Lo que es, es hoy. Lo que será, aún no es.
Me gusta poner un ejemplo en todo lo que escribo, de esta manera pienso que entendéis mejor lo que os quiero expresar. El pasado es como un golpe, a veces nos deja marca y a veces nos duele. Un golpe puede ser muy malo o superficial, pero ahí está. También podríamos decir que el pasado es como una cicatriz, aunque no queramos ahí está también. Nos recuerda aquel momento, aquella situación o aquello que fue.
Está bien, nos dimos un tremendo golpe aquel día, aquel mes
o aquel año; ¿y ahora qué? Cuando condicionamos nuestra vida realmente estamos
condicionando nuestro presente y de paso sentenciamos nuestro futuro. Todos nos
hemos condicionado alguna vez, por nosotros mismos o por terceros. Estar
condicionados por terceras personas o situaciones implica miedo, fobia. Esto
equivaldría a los límites de los que os hablé anteriormente en este blog pero de un modo más profundo
y más dañino para nuestra evolución. Aún así es más fácil liberarse de esos
condicionantes que no de nosotros mismos. Para cada persona su arma más
destructiva es ella misma. Nuestros pensamientos condicionan nuestras acciones.
Nuestros miedos condicionan nuestros sueños. Nuestras fobias condicionan
nuestra vida. Y así gira esta rueda a la que no le estamos quitando el palo
para que ruede como es debido.
foto Google |
Hoy en vez de pediros que imaginéis una carretera, os voy a
pedir que imaginéis una noria. Para que una noria se sostenga tiene que tener
una buena estructura, ¿cierto? Imaginemos esa estructura de acero, imposible de
partirse. Ahora imaginemos que vamos a subir en uno de los compartimentos de
esa noria. Cada compartimento equivaldrá a una ilusión, a nuestro trabajo, a
nuestra familia, nuestra actitud… Subamos en el compartimento de los sueños.
Ahora imaginar que la noria no arranca, no nos movemos. Por mucho que soñemos
esa noria no gira, no avanza.
foto Google |
Uno de los arcanos mayores del tarot es el arcano X, La
Rueda de la Fortuna. Como veis es una rueda donde aparecen tres personajes, uno
que sale de la tierra, otro que se encuentra arriba y otro que entra en la
tierra. Estos personajes están representados por tres animales. En la
simbología del tarot los animales representan nuestros instintos más
primitivos, nuestros impulsos, nuestras amenazas y nuestras advertencias. La
rueda representa la evolución de nuestra situación, de nuestra vida. Si os
fijáis a vuestra derecha, en la carta hay una manivela. Esa manivela es la que
condiciona la velocidad de esa rueda (noria). ¿Adivináis quien tiene el poder
de acelerar o parar la rueda? Exacto, vosotros mismos.
La rueda o noria, depende de cómo nosotros la movamos, puede
hacernos evolucionar o involucionar. Lo que si implica esta rueda o noria es la
inestabilidad. Nosotros constantemente nos movemos. No paramos. Ya sea para
bien (evolucionar) o para mal (involucionar). Esa manivela, que son nuestros
actos y nuestra fuerza, es la que frena nuestros instintos más primarios, la
que regula nuestra existencia.
El ejemplo que os he puesto de la noria es parecido al del
arcano mayor X del tarot. ¿Somos el animal que está arriba dominando la situación?
¿Somos el que vuelve a caer a la tierra? ¿O somos la gacela que intenta subir a
la superficie? Debemos hacernos estas preguntas por qué depende en qué posición
estemos, sabremos dónde queremos estar realmente y podremos actuar para cambiar
si fuese necesario.
Lo que nos condiciona no es esa rueda que es nuestra vida,
sino que son precisamente esos instintos, que aunque a veces haya que
seguirlos, lo principal es hacernos con esa manivela para poder estabilizar
nuestra vida. Ya sabéis que el que está arriba, lo ve todo desde otra
perspectiva y por lo tanto actúa en consecuencia.
fotografia design (Barcelona) |
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