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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Del pensamiento negativo al positivo




La felicidad está dentro de uno, no al lado de nadie. (Marilyn Monroe).

No hay medicina que cure lo que cura la felicidad. (Gabriel García Márquez).


 La vida es como un espejo. Si le sonrío me devuelve sonrisas. (Mahatma Gandhi)


La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. (Paulo Coelho).


La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos. (Charles Chaplin).

Adoro a García Márquez. Cuando leí “El Amor en los Tiempos del Cólera” entendí, de una manera real, como era el amor. 
Puedo deciros también que uno de mis iconos de belleza global es Marilyn Monroe, quizás por su apariencia inocente y su extremada inteligencia. 
Me encanta el señor Coelho, por cierto, por si no lo habéis leído, os recomiendo uno de sus libros, “El Alquimista”. Este libro te lleva al viaje de un hombre que debe conseguir su objetivo, en el cual cada paso cuenta
Y qué os puedo decir de Gandhi que no se sepa ya… Supongo que lo resumiría como “el logotipo de la paz y la armonía”. 
Si debo quedarme con alguno de los autores de estas cuatro frases, ese es Charles Chaplin. ¿Por qué? Porque una vez, aunque sólo fuera una, hizo reír a muchísima gente durante la historia más oscura del mundo, la segunda guerra mundial. Su película más célebre “El Dictador” os sacará unas carcajadas aunque ya hayan pasado muchos años de su estreno. 
Recientemente leí que Chaplin confesó en una entrevista que si hubiera sido consciente de lo que hacía Hitler con el pueblo judío, no se hubiera mofado así de aquella situación.

Hoy me he propuesto hacer este artículo llamado “pensamiento positivo”. También lo podríamos llamar, “la positividad esta dentro de ti” o “el camino hacia  la positividad”. Si os dais cuenta no he hecho mención en estos títulos a la felicidad, porque la felicidad es una costumbre. La felicidad depende de nosotros mismos, de nuestras acciones y de nuestros pensamientos.

Tengo un caso muy cercano y sin dar nombres os quiero explicar esta historia. Así veremos cómo puede influir nuestro pensamiento y nuestra energía en nuestra vida, por muy mal que vaya todo.
Ante todo os recomiendo, por muy tópico que parezca, que os leáis “El Secreto” de Rhonda Byrne. Hay que pensar que nosotros somos energía, y todo lo que nosotros componemos es energía. Hablo de la energía de nuestro espíritu y nuestra mente. 
Como dice Byrne en el libro, nosotros somos una antena y lo captamos todo, lo bueno y lo malo. Somos un imán y debemos seleccionar con mucha cautela que atraemos hacia nosotros y hacia nuestra vida.
El caso que os quiero poner de ejemplo es de una persona que veo algunas veces en mi barrio. Hace poco murió su pareja sentimental con la que llevaba muchísimos años. Por circunstancias de la vida, no tuvieron hijos. La salud de esta “persona que veo algunas veces en mi barrio” es muy delicada por culpa de la artrosis y la depresión severa que arrastra. No vive con nadie más que con su perrita. En resumen, esta persona está completamente sola
Muy frecuentemente la veo y siempre le hago la misma pregunta, a lo que obtengo la misma respuesta. ¿Cómo estás hoy? –Muy mal.

Me puse durante un tiempo como objetivo que algunos de esos días me respondiese un “ahí voy” o un “voy tirando” o como objetivo supremo un “algo mejor”. El caso es que su respuesta siempre es la misma. 
Con una buena amiga que tengo justo en mi calle, nos propusimos invitarla a tomar un café, a lo que su respuesta fue; no estoy bien. Al principio me daba mucha lástima y no sabía cómo ayudarla, ahora para mí es un reto.

A esta persona todo le ha ido mal, está sola, tiene dolor, no tiene a nadie… Pero, ¿está viva verdad? Si nos regocijamos en nuestras desgracias por grandes o pequeñas que sean, ¿cómo vamos a avanzar? 
La vida es una constante evolución, pero también puede ser una involución, eso depende de nuestra actitud ante ella. Si cada mañana cuando nos despertamos, nos recordamos lo infelices y desgraciados que somos, ¿cómo vamos a salir de esa situación?

Veréis, por muy solos que estemos siempre nos queda algo, nosotros mismos. Seguramente a lo largo de vuestra vida o incluso hoy mismo, habréis escuchado eso de “hoy estás aquí y mañana quién sabe…” Bien pues, es cierto. ¿Hace diez años estabais en la misma situación que ahora? ¿Pensabais lo mismo que ahora? Tomaros un tiempo para meditar sobre estas preguntas y veréis que casi siempre la respuesta será no.

¿Qué ha cambiado desde hace diez años a ahora? ¿Ya no está esa persona en nuestra vida? ¿Nuestra salud? ¿Nuestra economía ya no es la que era?
¿Sabéis que no ha cambiado en nada? Que seguimos respirando. Y más para bien que para mal, debe ser así.

Mi “persona que veo algunas veces en mi barrio” jamás podrá cambiar su situación, porque su mente está muy contaminada. La contaminación se debe a un cáncer poco conocido y que todos tenemos, la negatividad. La negatividad es un lastre al cual cada segundo pagamos un impuesto. Un impuesto en lágrimas, en salud… Debemos liberarnos realmente de este monstruo.
Podemos empezar por dejar el “luto” aparcado un segundo y decirnos a nosotros mismos, hoy voy a sonreír. Hoy voy a ser amable. Hoy voy a respirar, y cada vez que respire será un impuesto menos que deberé pagar. Si os preguntáis si es fácil o difícil hacer esto, la respuesta la tenéis en vosotros mismos.

Conozco muchas personas que se victimizan y no se han parado ni un segundo en pensar que quizás la responsabilidad global de su situación son ellos mismos. Es fácil echarle la culpa a aquel, a la vida, a los demás. Pero, ¿y nosotros? No hemos hecho nada nunca, al contrario, son siempre los demás, es siempre la vida, el mundo exterior.

No sé mucho sobre nada, pero si sé que la vida es tan cruel como maravillosa, que cada vez que nos alimentamos de odio nuestro camino se hace más cuesta arriba. Cada vez que pensamos en lo desgraciados que somos, dejamos de sentir que estamos vivos.
Esta persona de la que os he hablado solo puede tener una ayuda real, ella misma. Ella tiene la fuerza para parar de nadar contra corriente y dejarse llevar. Y ayudarla no es limpiar su casa, ni decirle que tiene que salir y animarse, ayudarla es hacerle ver que solo ella tiene la llave para salir de su jaula. Jaula que ella ha construido y nadie mejor conoce.

Nadie tiene una cura mágica, pero si hay muchísima gente con buena energía. Rodearos de personas que no estén siempre contándoos sus problemas y lo mal que los trata el mundo. Rodearos de gente que emocionalmente, valga la pena. Las personas agresivas, autoritarias y demás es imposible que os aporten nada bueno, excepto lo mismo. Están tan metidos en sus agujeros de negatividad que son incapaces de ser buenos compañeros de camino.  No quiere decir que sean malas personas, si no que son un residuo altamente contaminante para nuestra vida.

Tanto parejas, ex parejas, amigos, ex amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo… Cortar lazos con esas personas “tóxicas”. Poneros un muro de metacrilato en el que os pueden ver y los podéis ver, pero no os pueden tocar ni vosotros a ellos.
Lo mismo ocurre con las situaciones. Intentemos mirarlas desde fuera. ¿Realmente son tan graves? ¿Valen nuestro tiempo? Si la respuesta es no, ¿arreglamos algo sufriendo y machacándonos emocionalmente por ellas?

Quizás esto no os ayude en nada, pero creo que es una forma real de cambiar nuestro pensamiento negativo hacía el pensamiento positivo.

Os propongo un ejercicio. En una libreta o folio, anotar todos los problemas que tengáis (amor, salud, trabajo, dinero, familia…) Y anotar que papel tenéis vosotros en esos problemas (el que sufre, el que ríe, el verdugo, la víctima…) A continuación, anotar alguna posible solución. Por ejemplo;

Problema: No tengo trabajo.
Mi posición es esta situación: Víctima.
Posible solución: Salir a buscar trabajo cada mañana y hacerlo por barrios de mi ciudad como si fuera una excursión, preparándome rutas e incluso haciendo fotos de todo lo que vea y me llame la atención.

En este ejemplo vemos que aunque no seamos responsables de nuestro problema, si que podemos encontrar una solución. Y en vez de que la solución sea un suplicio, podemos hacerla toda una rutina con la que nuestro cuerpo y nuestra mente estén en sintonía y armonía.
Hacerlo con cada problema que tengáis y analizarlo. Eso sí, sin voluntad no conseguiréis nada. Dejar de castigaros a vosotros mismo y salir al mundo exterior. Ya sabéis que podéis sufrir, ya sabéis lo “desgraciados” que sois. ¿Por qué no intentáis ser otra cosa o veros de otra forma?
 

1 comentario:

Eduard dijo...

Simplemente tremendo el articulo No puedo decir que haya tenido una vida fácil, pero recuerdo que cuando las cosas iban mal dadas, lo único que me quedaba era yo mismo y mi actitud frente a los problemas.
Una actitud positiva ayuda a que la vida en general se vea desde otra perspectiva, y aunque pensemos que todo esta perdido o todo nos sale mal, sabemos que las cosas siempre pueden ir a mejor si nosotros mismos nos lo creemos.

Un saludo!