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viernes, 28 de noviembre de 2014

Premoniciones de catástrofes



Las tragedias en viajes aéreos, terrestres y marítimos han acaparado incontables sueños premonitorios. Existen numerosos relatos de personas cuyas vidas han sido salvadas porque un sexto sentido les impidió tomar aquel tren, barco o avión que más tarde chocó o se hundió. Durante los años sesenta un matemático estadounidense realizó una sorprendente investigación. De ser ciertas sus conclusiones, muchos miles de personas han salvado sus vidas de este modo. William Cox examinó el número de pasajeros que viajaba en trenes que habían chocado, y comparó esas cifras con la carga normal de pasajeros en esos mismos trenes a lo largo de un día normal. Se dio cuenta de que en los días de los accidentes el número de pasajeros que viajaba en los trenes era bastante menor. Por ejemplo, un tren de Chicago e Illinois conocido como el Georgian chocó el quince de junio de 1952. A bordo viajaban sólo nueve pasajeros, pero la media de viajeros que habían tomado ese mismo tren durante las cuatro semanas anteriores había sido de casi cincuenta.


Aunque el volumen de pasajeros puede haberse visto afectado por diversos factores, como las condiciones meteorológicas, Cox llegó a la conclusión de que las cifras mostraban la existencia de un fenómeno llamado “evitación de accidentes” basado en premoniciones subconscientes.



Uno de los casos más conocidos es el de David Booth, un joven de Cincinatti de veintitrés años. Durante diez noches seguidas David soñó que se producía una colisión aérea en un vuelo de la compañía American Airlines. Convencido de que su sueño era premonitorio, Booth inmediatamente se puso en contacto con la compañía y con la Oficina Federal de Aviación para avisarlos del inminente peligro, pero tristemente no pudo facilitar ningún detalle sobre el momento o lugar del accidente. De hecho, éste se produjo el veinticinco de mayo de 1979, tres días después de esas llamadas, en el aeropuerto de O’hare de Chicago. Un avión American Airlines DC-10 se estrelló al despegar. Fue la catástrofe aérea más dramática de la historia de América, en la que murieron 273 personas.


Se han llevado a cabo varias iniciativas para crear oficinas de premoniciones que pudieran aprovechar la información contenida en intuiciones, visiones o sueños como la de David Booth, pero todas han fracasado debido a la falta de datos específicos de los avisos recibidos. En estados unidos se toman muy en serio este tipo de “fenómenos”, de hecho muchas médiums son contratadas por las autoridades para ayudarles a esclarecer algunos casos de secuestro o asesinato entre otros.
Catástrofe de Aberfan


Una catástrofe muy investigada más tarde fue la tragedia que conmocionó a una localidad minera poco después de las nueve de la mañana del veintiuno de octubre de 1966. Tras dos días de fuertes lluvias, la inmensa pila de carbón que había a las afueras de Aberfan se deslizó por una colina a un lado del pueblo, sepultando un colegio de enseñanza primaria, una hilera de casas adosadas y una granja. En total, veintiocho  adultos y dieciséis niños quedaron enterrados vivos.
 
colegio de Aberfan

Tras la avalancha, un psiquiatra londinense solicitó información sobre cualquier premonición del desastre que pudiera haberse producido. Recibió setenta y seis respuestas, sesenta de las cuales consideró merecedoras de ser investigadas. Después de tomar declaraciones más detalladas y de buscar testimonios confirmativos declaró que veinticuatro de esas premoniciones eran dignas de todo crédito, al haber sido comunicadas a terceras partes antes de que la tragedia sucediera.

Casi todas esas visiones habían sucedido en sueños. Así, un anciano había contemplado la palabra “Aberfan” en letras brillantes. Una mujer de Kent vio cómo se le aparecía momentáneamente un colegio sepultado en una avalancha de carbón. Una espiritualista de Devon afirmó haber visto a un niño aterrorizado de pie junto a un miembro del equipo de salvamento que llevaba puesta una gorra de visera; posteriormente, la mujer reconoció a esas dos personas tras la catástrofe, en un informativo televisado sobre medidas de rescate.

Pero la historia más triste de todas procede de la madre de una de las niñas fallecidas. Dos semanas antes de la avalancha, su hija de nueve años, se había despertado una noche diciendo que no le daba miedo morirse, porque sabía que iba a estar con sus amigos. Después, la víspera de la tragedia, la niña contó un segundo sueño: había visto su colegio cubierto de oscuridad. A la mañana siguiente la pequeña murió; con ella estaban los amigos cuyos nombres le había dicho a su madre.

¿Alguna vez habéis soñado algún suceso que al poco se ha cumplido?