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domingo, 29 de marzo de 2015
La casa del infierno de Nueva Orleans (Madame LaLaurie)
Si alguna vez existió una casa que representará el infierno, esa era esta.
Situada en Rue Royal, una de las calles más elegantes de Nueva Orleans. Ha sido hogar de muchos miembros destacados de la sociedad, incluso el actor Nicolas Cage fue propietario de esta mansión hace algunos años. Se encuentra en el número 1140 y su exterior es majestuoso y tranquilo aunque en su interior oculta un increíble horror que una vez albergó.
En 1832, Delphine LaLaurie y su marido, el doctor Louis LaLaurie, se mudaron a aquella casa. Delphine descendía de destacados miembros de la aristocracia de Nueva Orleans, y tenía fama de ser una mujer de gran belleza e inteligencia. Era amable y refinada, con una voz especialmente dulce, y dedicaba gran parte de su tiempo libre a obras de caridad.
Delphine y el doctor Louis comenzaron su estancia en Rue Royale como una respetable pareja. Celebraban unas magníficas cenas de gala, y los mejores miembros de las familias más respetables competían por ser invitados. Todos ellos se maravillaban de como era la casa por dentro. Los invitados eran atendidos por los numerosos esclavos de los LaLaurie.
Sin embargo, como suele ocurrir, las apariencias pueden ser engañosas y comenzaron a circular rumores acerca de los maltratos de los LaLaurie a sus esclavos. Aunque tener esclavos aún era algo normal en aquella época, se habían aprobado algunas leyes para prevenir el exceso de crueldad.
Se dice que un día en 1833, una vecina escuchó unos aterradores gritos que provenían de la casa. Se asomo por la ventana y vio a Delphine persiguiendo a una esclava por el patio y azotándola con un látigo. La pobre muchacha, muerta de miedo por su ama, volvió a entrar corriendo en la casa. Era tal el miedo que sentía por la ama LaLaurie que acabó saltando por una de las ventanas y así enfrentarse a la muerte.
Delphine fue denunciada a las autoridades y acusada de malos tratos. Fue multada con una cantidad minúscula y los esclavos que quedaban le fueron arrebatados y subastados públicamente. Sin embargo, los desafortunados esclavos, fueron comprados por familiares de Delphine y devueltos a la casa de los LaLaurie.
La noticia corrió entre los habitantes, y los mismos que antes de peleaban por ir a las fiestas de los LaLaurie, ahora rechazaban sus invitaciones.
En un desesperado intento por llamar la atención sobre su situación, la cocinera de la casa prendió fuego a la cocina. Más tarde se descubrió que estaba encadenada al horno. Mientras el fuego corría, los vecinos se acercaron para ayudar a los LaLaurie a salvar las cosas de valor de la mansión. De mientras los bomberos intentaban apagar el fuego. Según todas las versiones, Delphine estaba muy tranquila, dando instrucciones para sacar a la calle las joyas, la ropa... No pasó mucho tiempo hasta que alguien notó la ausencia de los esclavos.
Cuando le preguntaron a Delphine dónde estaban sus esclavos, esta le quitó importancia diciendo que se centraran en ayudarla a sacar las cosas y que no iba a permitir que registraran la casa para buscarlos. Finalmente los bomberos pudieron controlar el fuego y comenzaron a buscar a los esclavos desaparecidos. La búsqueda terminó en el sótano, tras una puerta de madera fuertemente cerrada. Lo que los hombres vieron a continuación hizo caer de rodillas algunos y vomitar a otros.
La habitación del sótano estaba llena de los restos de innumerables esclavos torturados y destrozados. Muchos habían muerto, pero los menos afortunados seguían vivos. Habían sido víctimas de las torturas más inhumanas que se pueda imaginar. Muchos esclavos estaban encadenados a las paredes, caras terriblemente deformadas. Había esclavos en jaulas diminutas. Algunos habían sido mutilados.
Cuando los bomberos salieron de la casa y dieron la noticia, Delphine se subió elegantemente en su carruaje y se alejó a toda velocidad. Muchos años más tarde, su tumba se descubrió en París.
Finalmente, la casa fue convertida en apartamentos, después de haber pasado por diferentes dueños que no conseguían pasar mucho tiempo entre sus paredes. Durante las reformas de los apartamentos se desenterraron restos humanos que había debajo de las tablas de madera de los suelos de la casa.
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