viernes, 24 de octubre de 2014

La vampira de Barcelona



Enriqueta Martí, así se llamaba esta asesina, proxeneta y secuestradora de niños. Mucho se ha hablado de ella y no es para menos. Con esta historia nos hacemos una idea de hasta dónde puede llegar el ser humano, sea la época que sea. Enriqueta también es conocida por el nombre de; la vampira del carrer Ponent. Que esto jamás vuelva a producirse.

Enriqueta Martí (foto Google)

Enriqueta Martí nació en Sant Feliu de Llobregat en 1868. Se traslada a la ciudad de Barcelona, impulsada por su padre, para trabajar como niñera de la clase alta de la ciudad. Al poco tiempo, una de las niñas que cuidaba, sufre un accidente y es despedida como niñera. Al verse sin trabajo, inicia su carrera como prostituta. Uno de sus sitios predilectos para llevar a cabo este oficio era el puerto de Barcelona, donde en la época, era el sitio predilecto para ejercer la prostitución.
A pesar de su oficio, se casó con un pintor, Joan Pujaló. Este pintó en una ocasión un cuadro de niños desnudos, aunque nunca pudo demostrarse que cometiera ningún crimen. El matrimonio no duró mucho ya que según Pujaló, Enriqueta tenía un carácter inestable, también debilidad por los hombres y seguía frecuentando lugares de mala vida. Aún así se dice que se separaron y se juntaron en diversas ocasiones.
Joan Pujaló (foto Google)

Lo curioso de Enriqueta Martí es la doble vida que llevaba. Durante el día pedía limosna en casas de caridad, en la calle o en parroquias. Con ella llevaba a niños cogidos de su mano y los hacía pasar por sus hijos. Más tarde los prostituía y los asesinaba. Enriqueta no tenía ninguna necesidad de pedir limosna ya que tanto su trabajo como explotadora sexual de niños y su oficio de prostituta, le daban un buen estatus de vida. Por las noches se ponía sus mejores pieles y joyas y se acercaba hasta el Liceu de Barcelona o la carretera de la Arrabassada (donde se encontraba el famoso y lujoso casino-hotel) y demás lugares concurridos por gente acomodada a ofrecer sus servicios con los niños que previamente había secuestrado. Se dice que su primer asesinato fue a un niño que murió mientras estaba siendo abusado por un joven noble de la ciudad. El joven llamó a Enriqueta sollozando y le explicó lo que había sucedido. Esta solucionó el tema descuartizando al pequeño y llevándoselo de la casa del noble. Posiblemente fue ahí donde se dió cuenta de que no solo podía hacer negocio prostituyendo a los pequeños, si no que también podía sacar materia prima de ellos.

Liceu de Barcelona principios siglo XX (foto Google)

Casino-Hotel de la Rabassada principios siglo XX (foto Google)

En 1909 fue detenida en su piso de la calle Minerva de Barcelona acusada de regentar un burdel donde se ofrecían servicios sexuales de niños. Estos tenían edades comprendidas entre los 3 y los 14 años. Se dice que los vecinos, en diversas ocasiones, vieron comportamientos extraños y que más de una vez le habían pedido que se marchara de allí. Para más sorpresa, Enriqueta no fue la única detenida. Junto a ella detuvieron a un joven de una familia de alta posición social. Pero gracias a las influencias de sus clientes que contrataban sus servicios de proxeneta infantil (casi todos ellos eran personas muy influyentes e importantes de la alta sociedad barcelonesa), Enriqueta jamás tuvo que pasar por ningún juicio y el asunto quedó en el olvido.

Enriqueta era polivalente, proxeneta de niños, prostituta y curandera. Los productos que utilizaba para fabricar sus “remedios” estaban compuestos por restos humanos de los niños y niñas que mataba. Llegaban incluso a ser desde bebés hasta niños de 9 años.
De esos niños lo aprovechaba casi todo, la grasa, la sangre, los cabellos, los huesos (que normalmente transformaba en polvo)... Por esta razón no tenía problemas para deshacerse de los cuerpos de sus víctimas. Enriqueta ofrecía sus ungüentos, pomadas, pociones y demás para curar la tuberculosis. En aquella época, la tuberculosis, era una de las enfermedades más temidas que había. Gente de clase alta pagaba grandes sumas de dinero por estos remedios.


El terrorífico piso del Carrer de Ponent número 29, entresuelo 1ª de Barcelona

El 10 de febrero de 1912, secuestra a la pequeña Teresita Guitart Congost. Teresita fue su última víctima. La niña fue buscada desesperadamente durante días.
Teresita Guitart en el momento de su liberación (foto Google)
Se dice que Enriqueta Martí escogía a niños y niñas de familias humildes ya que estas no causarían tanto revuelo al no tener el poder adquisitivo para promover una búsqueda.
La población de Barcelona de aquella época, empezó a indignarse y a pedir explicaciones a las autoridades, ya que las desapariciones de pequeños iban en aumento y nadie ponía ningún remedio.

No fue por las autoridades si no por una vecina de Enriqueta, Claudia Elías, la que encontró la pista clave del paradero de la pequeña Teresita.

El 17 de febrero, siete días después de la desaparición de Teresita Guitart, Claudia vio a una niña con la cabeza rapada mirando por una ventana del patio interior de su escalera. El piso era el entresuelo primera, número 29, del carrer de Ponent. La señora Elías jamás había visto a esa niña.
Se dio cuenta de que la pequeña estaba jugando con otra niña. Así que Claudia Elías le preguntó sin más a su vecina Enriqueta, cuando esta se asomó de pronto por la ventana, si esa niña era suya. Enriqueta cerró la ventana de un golpe sin responderle. La señora Elías sospechó y fue a hablar con un amigo de su misma calle, al que le comentó que creía que esa niña era la pequeña Teresita, la pequeña que todo el mundo andaba buscando.
El amigo de Claudia Elías, que era el colchonero del Carrer Ponent, fue a su vez a hablar con un agente municipal. Le comentó lo que su amiga Claudia le dijo y el agente se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.

Carrer Ponent (colchoneria) foto Google

El 27 de febrero, poniendo la excusa de una falsa denuncia por tener gallinas en su piso, el brigada Ribot junto con dos de sus agentes fueron a buscar a Enriqueta. Esta se encontraba en una calle cercana y cuando los agentes le comunicaron que tenía una denuncia por tener gallinas en su piso les dijo; “eso es una tontería, es mentira.”
Aún así le pidieron que los llevara a su piso a lo que esta no puso ninguna resistencia, quizás pensando en que así no levantaría sospechas.
Para sorpresa de los agentes cuando entraron en el macabro piso de Enriqueta, encontraron a dos niñas, Teresita Guitard Congost y a otra niña llamada Angelita.
A la izquierda Teresita y a la derecha Angelita. (foto Google)
Enriqueta dijo que eran sus hijas, a lo que al principio Teresita atemorizada dijo que sí, que era su madre y que ella no era Teresita, que en aquella casa se llamaba Felicidad.
Al momento se retractó y dijo la verdad, era Teresita Guitart y quería irse con su madre.
Teresita fue llevada con sus padres aunque después de haber declarado.


Declaración de la pequeña Teresita Guitart y Angelita

La pequeña explicó que se separó un momento de su madre mientras esta estaba hablando con unas vecinas y que Enriqueta Martí la cogió de la mano y le prometió caramelos. Cuando vio que se la llevaba muy lejos de donde estaba su madre, la pequeña quiso volver a lo que Enriqueta le cubrió la cabeza con un trapo negro y se la llevó a la fuerza. Cuando llegaron al piso del carrer de Ponent, le cortó el pelo y le dijo que a partir de ese momento se llamaría Felicidad.

Le dijo, que no tenía padres y que ella era su madrastra. Le impuso llamarla mamá cuando salieran a la calle. Le daba de comer lo justo, pan duro y patatas. No le pegaba pero la niña dijo que la a pellizcaba a menudo y le había prohibido salir al balcón o asomarse a las ventanas. También declaró que tanto a ella como a la otra niña, Angelita, las solía dejar solas y que un día decidieron mirar en las habitaciones donde Enriqueta les tenía terminantemente prohibido entrar. En una de ellas encontraron un saco con ropa de niña y de niño manchada de sangre y un cuchillo de deshuesar también con sangre. Teresita nunca salió del piso los días que permaneció secuestrada.
La declaración de la otra niña, Angelita, fue más aterradora y triste. Contó que antes de que llegara Teresita, había otro niño, Pepito, de tan solo cinco años. Angelita declaró que Pepito llamaba mamá a Enriqueta Martí y que vio como esta lo mató en la mesa de la cocina. Enriqueta no se dio cuenta de que la pequeña Angelita la observaba detrás de la puerta y cuando la niña vio aquello, corrió hacía su cama para hacerse la dormida.

La identidad de Angelita era y es todo un misterio. Enriqueta no decía nada en claro. La pequeña no recordaba cuáles eran sus apellidos y decía que Enriqueta una vez le dijo que su padre se llamaba Joan. Angelita siempre había estado con Enriqueta, desde que nació. La asesina de niños dijo más tarde que era su hija y la de su marido Joan Pujaló.
Este se personó un día ante el juez para saber cuál era el motivo de la detención de Enriqueta y declaró que hacía años que no vivía con ella y que ya había fingido en una ocasión un embarazo y un parto. Dijo que jamás tuvo hijos con ella y que no sabía de dónde había salido la niña. Joan mintió claramente cuando dijo que hacía años que no veía a Enriqueta Martí, ya que este vivía a tan solo 20 números más a bajo de la calle Ponent.

Al final Enriqueta dijo cogió a Angelita nada más nacer de su cuñada y que le hizo creer a esta que el bebé había muerto. Enriqueta Martí i Ripollés, fue detenida y encarcelada en la cárcel de Reina Amalia, demolida en 1936.
Enriqueta en su detención (foto Google)

Cárcel Reina Amalia (foto Google)

Intentó suicidarse en su celda con un cuchillo de madera, por lo que le pusieron vigilancia y jamás la dejaban sola. Murió el 12 de mayo de 1913. Las fuentes oficiales dicen que su muerte fue derivada de un cáncer de útero, aunque lo cierto es que sus compañeras de prisión la mataron de una brutal paliza en el patio de la cárcel.  
Enriqueta fue enterrada en una fosa común situada en la montaña de Montjuïc de Barcelona.
Con ella también se enterraron sus secretos y los nombres verdaderos de todos sus demás cómplices y clientes.

Segundo registro en el piso de Enriqueta Martí

Cuando el piso del carrer de Ponent volvió a ser inspeccionado por las autoridades, se encontró el famoso saco de ropa del que hablaba Teresita, también encontraron el cuchillo. Encontraron otro saco con ropa sucia y al final de este, huesos humanos de pequeñas proporciones. Los huesos tenían marcas de haber estado expuestos al fuego.
Una de las estancias del piso se componía de un salón exquisitamente decorado con un armario lleno de ropa de niño y de niña. Era muy sospechoso ya que el resto del piso estaba en penosas condiciones y olía mal.
Lo peor fue cuando los agentes abrieron una puerta que estaba cerrada con llave. Encontraron dentro de la estancia al menos 50 jarras, potes y palanganas con restos humanos en conservación; grasa echa de manteca, polvo de huesos, sangre coagulada, cabellos de niños… 
También se encontraron potes con cremas, pociones, ungüentos y demás preparados que Enriqueta ofrecía a sus clientes ricos para curar sus diversas enfermedades. 

Encuentran más tarde, documentos sorprendentes; partidas de bautismos y certificados de defunción listos para ser utilizados. Este hecho demostraba que ciertamente Enriqueta Martí trabajaba con varios cómplices.
Otras pruebas encontradas indicaban que la mujer tenía amigos muy poderosos en la ciudad, miembros de la nobleza y la alta sociedad catalana, cosa que hizo que este caso criminal se convirtiera además en muy peligroso para los que lo llevaban. Había que silenciar el asunto.

En el piso también había trajes lujosos y abrigos de pieles y además, encuentran escrituras de pisos y fincas de su propiedad, repartidos por diversos lugares de Barcelona. Entre ellos poseía una torre de alta sociedad situada en los alrededores de la calle Montserrat Casanovas, en la zona de la Font d'en Fargas, en el barrio de Horta de Barcelona. A partir de seguir investigando más en profundidad, se supo que Enriqueta Martí había estado viviendo en 1908 en el carrer Tallers.

foto actual del piso de Enriqueta en el carrer Tallers (foto Google)
Aquel piso era un escondrijo. Enriqueta vivió allí junto a una joven llamada Amelia Boya a quien explotaba sexualmente. En aquel piso fue encontrado un auténtico osario humano. La propia Amelia es localizada por la policía y esta confiesa que en esta casa vio cometerse verdaderos infanticidios.

Un segundo hallazgo en la misma casa descubrió dos cabelleras rubias, pretendidamente pertenecientes a dos tiernas niñas hacia tiempo desaparecidas. Enriqueta vivía de la caridad y se demostró que era una profesional pidiendo limosna.
Sin embargo salió a la luz que poseía varias fincas de gran valor, en la localidad de San Feliu de Llobregat. Más tarde en otro antiguo piso de Enriqueta situado en la calle Jocs Florals, número 155 se produjo un tercer hallazgo y el más macabro de todos.
Piso actualidad Carrer Jocs Florals 155 (foto Google)
Tras practicar un boquete en la pared de una tapia del patio de la casa, que era colindante con un convento, apareció el espeluznante cráneo de un niño de unos tres años de edad que tenía todavía algunos cabellos adheridos a la piel. También había un fémur y hasta uno de los zapatos del niño. También se descubrió tres mitades de cráneos, más restos óseos y algunos trozos de ropa de sus trajes. En total correspondían a cuatro niños; uno de tres, otro seis, otro de ocho años de edad, y otro de un cuarto niño sin edad determinada.


Sucesos extraños durante el caso

El día 8 de Marzo, de 1912, hacia las dos de la madrugada, alguien se salta la vigilancia policial que está día y noche en el piso del carrer de Ponent y entra en él para robar unos objetos voluminosos muy determinados de la casa, los cuales podían constituir pruebas fehacientes.
El ladrón se lleva la colección entera de los vestidos lujosos de Enriqueta Martí, los mismos que utilizaba para asistir a las reuniones de sus amigos de la alta sociedad.
Sorprendentemente también roban un enorme colchón que aparentemente no constituye ninguna prueba de los crímenes cometidos.
Sin embargo a nadie se le había ocurrido antes examinarlo a fondo. En su interior se dice que estaba oculto el listado con nombres de clientes, lugares, fechas y tarifas de precios pagados por los servicios que ofrecía la Enriqueta Martí (prostitución infantil, tráfico de miembros humanos y demás...)

El caso de Enriqueta Martí activó el interés de las autoridades por conocer la existencia secreta de este tipo de "vampirismo" en la sociedad moderna. Así que tras exhaustivas indagaciones, empezaron a descubrirse cuerpos infantiles y huesos de niños enterrados y escondidos en varios lugares de la ciudad de Barcelona.
En la calle Picalqués (en la que se dice que también había vivido Enriqueta) se efectuaron excavaciones en las que fueron encontrados un buen número de restos de niños martirizados y sacrificados.
Excavación carrer Picalqués (foto Google)

Supuestamente eran víctimas de Enriqueta Martí o quizás se trataban de víctimas de otros sacamantecas desconocidos, que actuaban secretamente por la zona urbana y alrededores de Barcelona.
Los niños asesinados para sacarles su sangre y las grasas pudieron ser decenas o quizás centenares, nunca se supo en realidad cuantas fueron las víctimas, aunque ciertamente las hubieron porque en esa época se produjo el mayor número de criaturas desaparecidas de toda la historia de nuestra sociedad moderna. La existencia de este tipo de sacamantecas, se produjo hasta bien entrado el siglo XX. La auténtica verdad de lo ocurrido en este caso en concreto, solo lo sabe Enriqueta Martí i Ripollés, la vampira de Barcelona.

¿Qué pasó con el pequeño Pepito?

Se interrogó a Enriqueta por el paradero del niño y ella dijo que ya no estaba con ella, que se lo había llevado al campo porque se había puesto enfermo.

 Pepito había llegado a sus manos según ella porque una familia le había confiado al niño para que ella se hiciera cargo. Sabían de la existencia del pequeño tanto por el testimonio de Angelita como el de la vecina Claudia Elías, que lo había visto en alguna ocasión. El testimonio de su asesinato explicado por Angelita más las pruebas de la ropa encontrada en un saco, el cuchillo y algunos restos de grasa fresca, sangre y huesos hicieron añicos la excusa de la asesina. Estos restos eran de Pepito. Tampoco pudo justificar cuál era la familia que le había confiado el niño, quedando claro que él pequeño era otra criatura secuestrada.

Un inmigrante aragonés de Alcañiz la reconoció como la secuestradora de su hijo de meses, unos seis años antes, en 1906.
Enriqueta con una extraordinaria amabilidad, se dirigió a la madre de Pepito que se encontraba exhausta y famélica por un viaje muy largo desde su tierra. La cameló y consiguió que le dejara a la criatura para que la mujer pudiera descansar. Con una excusa ingeniosa se alejó de la madre para después desaparecer. La madre nunca recuperó a su hijo ni tampoco llegó a saber qué hizo con él. Es probable que lo utilizase para fabricar sus remedios.


Aunque Enriqueta Martí, en cierta manera pagó por sus crímenes, no lo hicieron ni sus "clientes" (la gran mayoría nobles y gente de la alta sociedad de Barcelona) ni sus "cómplices" que se cree que eran vagabundos de la ciudad de Barcelona que ella conoció cuando pedía limosna.

Cabe destacar una información que se comentó durante mucho tiempo. Se dice que un caballero, siempre vestido de negro, visitaba diariamente la cárcel de Reina Amalia cuando Enriqueta estaba presa. Los rumores apuntan a que ese misterioso personaje, contrató a las compañeras de prisión de Enriqueta para que la mataran de una paliza y así esta no diera jamás los nombres de sus poderosos clientes.

Poco después de la muerte de la vampira de Barcelona, no volvió a comentarse en ningún periódico nada sobre el tema. Se aprovechó la noticia del hundimiento del Titanic (abril de 1912) para acaparar todas las portadas de los diarios.


fuente; Wikipedia, Cuarto milenio, Marc Pastor; La mala dona, Periódico El País, Fernando Gómez; El misterio de la calle Poniente, La Vanguardia 27 de febrero de 1912 pag; 3 y 4.

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